Ya se ha escrito mucho acerca de la romantización, mitos y estereotipos alrededor de la figura materna, pero acaba de pasar el 10 de mayo, día de la maternidad y me resulta pertinente recordar que el ser madre es una condición de la mujer que está muy lejos de lo que la publicidad y los medios hegemónicos han formado en el imaginario social.
¿A qué me refiero? A esa figura de “súper mamá” o “mamá luchona” (con el que se refieren a las madres solteras) que las rodea con un halo de todopoderosas cuando en realidad se está encubriendo la carga de trabajo y la falta de reconocimiento a la labor materna.
Esta condición histórica se está evidenciando ahora durante la cuarentena en donde se ha registrado que las mujeres estamos trabajando al triple en casa. Pero no es nada nuevo ya que este orden social se lo debemos al Capitalismo, sistema que nos rezagó al hogar haciendo el trabajo más arduo y sin reconocimiento social y por supuesto económico.
Siglos después, con la incorporación de las mujeres al mercado laboral surge lo que la terapeuta Laura Gutman presta atención en sus libros: la falta de conciliación laboral-maternal, a lo cual las mujeres-madres enfrentamos sin las herramientas emocionales y escaso o nulo apoyo social.
Así que, nos invito a repasar algunos puntos que ayudará a des romantizar y desmitificar a la maternidad:
1.- Ser mujer no es sinónimo de ser madre, así que ahórrate el incómodo comentario a las mujeres que no son mamás: ¿Y tú para cuándo?
2.- La maternidad tampoco es el peldaño último de realización de las mujeres. Entendamos que es una imposición cultural-social y muchas tienen metas en la vida en las que no cabe la maternidad y son felices.
3.- Muchas mujeres que hoy son mamás lo fueron víctimas de una violación y, sí, hay que decirlo, hay casos que sus victimarios fueron parientes cercanos y sucedió cuando ellas eran adolescentes o niñas.
4.- Ser madre es una elección que sólo a las mujeres nos compete, así como el número de hijxs que deseamos tener. No olvidemos que es un derecho constitucional.
5.- ¡El parto es nuestro! Así que nos toca decidir cómo, con quién y dónde parir. Ni los médicos ni nadie, tienen por qué decidirlo ni interferir en nuestra decisión.
6.- Las madres no somos ningunas heroínas tampoco somos santas que tenemos que aguantar todo y dar la otra mejilla. Somos seres que nos cansamos, deprimimos, y deseamos tirar la toalla más de una vez. No somos de piedra, pues.
7.- Tampoco somos esas caras sonrientes que aparecen en las revistas de maternidad con el maquillaje y el cabello intocables. El trabajo maternal es exhausto, muchas veces no tenemos tiempo ni de cambiarnos de ropa.
8.- Y por último: no traemos instalado el instinto materno por el hecho de ser mujeres. Se considera que el instinto maternal se despierta cuando parimos, PERO hay casos en los que no se despierta nunca. Y no está mal. No son obras del demonio ni nada por el estilo. Así que eso de que debemos ser madres porque tenemos el “instinto natural”, es una leyenda urbana más que rodea a la maternidad.