A mis troles que hace unos días me pedían salir del clóset y me hicieron pensar en este tema.
Qué bueno hubiera sido que cuando Fernando del Rincón le preguntó a Juan Gabriel sobre su preferencia sexual, él hubiera respondido abiertamente que era gay y no haber dicho esa frase, que se ha repetido hasta el cansancio desde su muerte: “lo que se ve no se pregunta”.
En el programa, que Nicolas de Alvarado organizó en Canal Once, por la muerte de Juan Gabriel, el escritor Luis González de Alba decía que de nada sirven los personajes públicos de clóset cuando un niño de 12 años intenta decirle a sus padres que es gay.
No sirve porque no está ayudando a que las preferencias sexuales distintas a la heterosexual sean normalizadas y no juzgadas, porque al permanecer encerrados siguen pensando que hay algo malo que ocultar.
Cada persona tiene derecho a hacer pública o no su preferencia sexual, pero las y los personajes públicos cuando hablan sin rodeos de su preferencia homosexual ayudan a la reivindicación de los derechos de la población lésbico, gay y trans.
Todas las familias –no es que conozca un estudio al respecto- tiene entre sus integrantes a una persona que tiene una preferencia sexual distinta a la heterosexual y regularmente el resto de las y los integrantes de la familia lo sabe, pero jamás se habla de ello. Todos y todas hacen como que si no pasa nada, cuando lo que sucede es que hay una persona que no está compartiendo con las y los demás, lo que siente su corazón y que está siendo discriminada.
Hay infinidad de historias de familias que expulsan al integrante gay o lesbiana cuando él o ella habla sobre su preferencia sexual a pesar de que siempre fue evidente. Su clóset era de puertas transparentes.
Si bien, no es común que una ande diciendo en la comida familiar de los domingos qué hizo en la cama la noche anterior con su pareja, sí es importante que pueda compartir con las personas que quiere lo que siente su corazón, hacer público sus sentimientos.
La familia, los amigos y las familias son con las personas que se debe de caer en blandito, debería de ser el lugar seguro, en el que todos y todas se sientan con la libertad de decir a quién prefiere amar sin que se den cosas por sobre entendido. Ojalá y algún día ya no haya closets en donde esconderse.