Por: Acacia
“Si crees en la libertad de expresión, entonces crees en la libertad de expresión para puntos de vista que te disgustan” Noam Chomsky
Se adulan la mayor parte del tiempo por redes sociales, expresan sus opiniones positivas, constructivas, se auto-admiran con ciertos protagonismos, por lo que dicen, quienes las conforman se nombran luchadores sociales, activistas, defensores de derechos humanos entregados, que se dicen muy comprometidos con el desarrollo humano de la sociedad con mucha “productividad”. Casi siempre tienen un buen discurso, pero rara vez lo aplican en su pequeño contexto de relaciones humanas cotidianas, desde luego, el egoísmo humano está presente y vigente.
El egoísmo, está en todas partes, también en las organizaciones de la sociedad civil, se presenta en acciones o decisiones, sus formas de trato laboral, esas formas de relacionarse con las personas en ciertos círculos definidos que comparten socialmente, es tan fácil conocerles cuando se expresan y socializan con otr@s en la calle o en otros espacios donde no estén involucrados sus intereses, como un restaurante, un café o un bar. No a todo oenegéro le interesa el sentido de bienestar común para tod@s.
Se nombran críticos del sistema aunque pertenecen muy adaptados al mismo, con su tradición. Se consideran expertos en cuestionar la sociedad aunque a veces, no conozcan la realidad de su país o si la conocen, le sacan provecho para intereses solo particulares, son muy pocos los que realmente buscan el “bien común” hacia los otros, buscan tener un nombre público con fama o éxito protagónico-emotivo, quieren que se les reconozca lo que hacen “para bien de la sociedad” porque “ellos-ellas si pueden y son un gran ejemplo a seguir” aunque usen la demagogia o doble moral tan incongruentes como los políticos corruptos, genocidas, delincuentes o el gobierno en turno al cual reclaman sus negligencias o corrupción institucional pero con los cuales a veces, llevan una “cordial relación”. En estos organismos llamados “Organizaciones de la Sociedad Civil” ONGS mexicanas, también hay mafias de corrupción, abuso de derechos laborales, irresponsabilidad social y ciudadana, violencias, jefes abusivos, relaciones laborales destructivas y sin equidad, también hay mujeres muy mal pagadas en salarios y agredidas por sus jef@s. Son pequeñas “empresas sociales” rentables para algunos “profesionistas” en una de tantas realidades en México. Son pequeños grupos que crean círculos sociales propios, donde también el machismo está muy bien colocado y justificado, ante sus conductas impulsivas de mayoría de hombres, que las dirigen.
Machismos Oenegeros
El machismo se encuentra en todas partes, en el ámbito laboral, la política, la televisión, la radio, la academia, el hogar, la literatura, la religión, en las personas y hasta en organizaciones civiles.
El machismo que se encuentra y se practica con cierta congruencia cotidiana, en las nombradas organizaciones de la sociedad civil también es parte de un sistema patriarcal. ¿Cómo se construyen las relaciones laborales en una ONG? ¿Cómo asumen un trabajo social las personas que no tienen una formación social humanista? Que no leen, no se capacitan profesionalmente o como personas, que no conocen la realidad humana y social de nuestro país, porque no salen de una oficina, que se comportan de manera infantil siendo adultos, que ejercen un machismo que jamás cuestionan de sí mismas al relacionarse con los demás pero se incomodan o se molestan cuando alguien apoderándose de un derecho libre de expresión ¿les dice de sus acciones incongruentes de manera asertiva?
Me parece muy importante tomar en cuenta la “participación social” que “aparentemente” tienen estos organismos en México, pues hay incongruencias que se pueden mencionar. Encontramos personas que discriminan, son racistas, clasistas o hasta sumisas, que con silencio, pueden mostrar su incapacidad para defender derechos humanos o usar en sus discursos, “si no está dentro de mi línea de trabajo, no participo”. Hablemos solo de esas conductas no trabajadas de sí mismos, no cuestionadas para crecer como profesionistas, personas y hacer un mejor activismo, más real y comunitario, organizado, sin despotismos, autoritarismos machistas, que solo dividen y logran la misma posición pasiva que las instituciones tienen en este país.
Desde una mirada social crítica, sin proponer, no dudo que esto puede molestar o incomodar a quienes colaboren en alguna ONG mexicana, mi interés solo es informar a la ciudadanía lectora y que por libre albedrío, llegue a una reflexión propia y tenga conocimiento de la realidad en México en este ámbito laboral.
Esa “supuesta participación social” que algunos la consideran a veces desde un punto de vista confuso, indefinido y desde una “filantropía protagónica” que busca salvar al mundo o las personas, de tantos problemas sociales e inhumanidad, es lo que hay en este país.
Casi siempre, es un líder el que tiene que guiar, mandar, decidir, resolver y esperar obediencia de otros, para “hacer algo en su beneficio”. Muchos de esos profesionistas que integran organismos civiles, asumen que todo lo que aprendieron en una academia les servirá para contribuir o “salvar al mundo” de la pobreza, ignorancia, de carencias varias y se apropian de un papel jerárquico por encima de otros, con un supuesto “liderazgo social” ante su equipo de trabajo o públicamente, que con muchas incongruencias y mentiras, se promueve como un “activismo social” que solo se queda en apariencias, que la sociedad promueve.
Un activismo social en realidad muy lejos de ser nombrado así, ya que no todos como profesionistas tienen una formación social suficiente para tener una visión real de la sociedad, mucho menos una consciencia ciudadana, es lo que tenemos en México y lo que también podemos observar como una forma de “ciudadanía” cuando se trata de un activismo.
Resulta que el machismo es una conducta de “mando, autoridad y condición de superior ante otras personas” que impone reglas que no se tienen que cuestionar porque se recibe una sanción o represalia ante una desobediencia a su “poder de mando”.
También en organizaciones civiles, que tanto luchan por los derechos de las mujeres, se muestran esos aprendizajes de “misoginias entre mujeres” en las relaciones sociales con sus “emotivas ideas” y muy poca o dudosa “aceptación de que como mujeres podemos pensar y ser criticas”.
Muchas mujeres oenegeras se apropian de creencias o asumen, que deben “corregir” a las otras para “salvarlas y protegerlas” de “la sociedad que las juzga, reprime, violenta” sustentadas en valores tradicionales machistas y lo que tanto promueven como derechos de las mujeres, finalmente “los adaptan a la tradición y sus machismos”. No hay una comprensión-conocimiento crítico, de esos valores que la sociedad patriarcal nos enseña.
El machismo divide a las personas, las margina y etiqueta como parte de una estructura del sistema patriarcal, me pregunto ¿Cuántas organizaciones civiles, participan o contribuyen realmente con su gente mexicana sin prejuicios, racismo, clasismo, discriminación, en la práctica profesional? Y que dejen de justificarse y hacer más por su gente que usarlas o manipularlas para sostener sus financiamientos y sueldos laborales. Sin tener que cuidar sus intereses particulares o financiamientos, que cubren sus sueldos por un “aparente trabajo activista”. ¿Por qué no hay profesionistas oenegeros que apoyen a la población marginada rural que tanto ha crecido en nuestro país? Y solo se queden en zonas urbanas muy cómodas para ellos, como si no existieran otros lugares donde participar. ¿Cuántas organizaciones de la sociedad civil usan a las personas solo para lograr objetivos económicos y particulares?¿alguna vez has cuestionado ese contexto mexicano de lucha social?
“La hipocresía es el arte de exigir a otros, lo que no se practica”