Al corazón del maestro Rodolfo Disner el sol no lo daña, la lluvia tampoco. Su esencia es como la cerámica, forjada y cocida a altos grados de temperatura, dura para toda la vida.
El maestro Disner nació en Huixtla, Chiapas; su padre era de Kiev, Ucrania, y su madre de Tonalá, Chiapas. En su juventud le apasionaron las artes y expresó a su padre el deseo de profesionalizarse. No había dinero, a base de trabajos y esfuerzos juntaba capital y se iba a la Ciudad de México. Era tal la determinación y el deseo de adquirir conocimientos que el maestro Disner un día llegó a dormir en una banquita del Alameda, pero finalmente estudió en la Academia de San Carlos, desde entonces supo que su trabajo sería preservado en cerámica.
Antes de conocerlo, solía admirar “Meditación a nuestros orígenes”, el mural que se encuentra en la Biblioteca Jaime Sabines, pensaba en el mar al verlo, 2 mil 400 pedacitos de tabique conformando el infinito y duradero mar en las mentes de quienes ahí descienden, de ese mar que en la superficie aloja lagartos, y en lo profundo sirenas, mujeres rodeadas de delfines. A una le apetece tocar los relieves que a pesar de las manos tentonas, de las cámaras con flash no se daña, ni se dañará en más de quinientos años.
Luego de conocerlo, tuve la fortuna de ver una y otra vez la obra que el Alquimista de oro comparte gentilmente en la Galería que lleva su nombre y que recientemente en una serie de homenajes en honor a su vida y obra: 23 de sus cuadros, cuyos materiales y procesos poco convencionales como técnica consistente en esmaltes cerámicos, óxidos metálicos, cobalto, manganeso, hierros amarillos y vidrio reciclado, cocción 1050 oC… se exponen en el Museo de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez.
En los cuadros se alternan la espiritualidad del autor, representados por Jesucristo en la Cruz, el mar por las sirenas, el río y sus lagartos, la sabiduría con el búho, Tonalá… su origen, el sincretismo con imágenes prehispánicas y la herencia española con el Quijote de la Mancha. A través de hipertextos el espectador genera diálogos con sus raíces.
En su obra predomina el azul ya sea para plasmar el cielo, o el mar, sobre el barro, en algunas obras se distingue el color cobre, y en otras tonos grises en donde resaltan los ojos rojos del búho. En cada una se genera un ambiente de paz, de tranquilidad.
La expo-venta “Trayectoria. Rodolfo Disner”, muestra obras elaboradas entre 2009 y 2012, a partir del 12 de mayo de 2017 hasta el 9 de junio, de 9 de la mañana a 7 de la noche, estará abierta al público en el Museo de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Av. Central y 2da Pte.